Mitades Perdidas

Despierto a la mitad de la noche con una nostalgia que invade todo mi cuerpo, pues una vez más soñé con ella. Sueños que desde hace un buen tiempo ya ocurren sin explicación lógica. En todos siempre despierto y me cuestiono el por qué siempre se presenta en ellos, cuando en días o semanas no pasa por mi mente, cuando no tenemos contacto y cuando estamos con personas distintas. ¿Será acaso que invento excusas que justifiquen su ausencia?

Es allí cuando la duda y la certeza se encuentran y el corazón me da esa pequeña señal que solo él conoce, para decirme que somos pares, a quienes la vida distanció caprichosamente, que, aunque nuestros caminos nunca se crucen de nuevo éramos el uno para el otro y que irremediablemente nos equivocamos por nuestro egoísmo.

Aunque queramos negarlo, nuestras almas salen desesperadas en las noches a buscarse, para amarse de nuevo en la clandestinidad, en el único espacio que siempre estarán unidas «los sueños», allí las almas se extrañan de una forma absurda y no quieren separarse, pero tampoco logran ser felices porque en el mundo real las condicionamos a tener un final que ellas no deseaban y aun así a ellas parece no importarles, es inevitable, pues les arrebatamos lo que por derecho les correspondía… estar juntas.

El problema radica al despertar, pues me consume la nostalgia, el pecho comienza a comprimirse, mi mente recrea momentos inolvidables con aquella persona y me grita desesperadamente que la busque de nuevo, pero en mi interior sé que no debo hacerlo. «Los sueños son sueños» me digo a mi mismo, queriendo evadir mi responsabilidad en su partida y mitigar la nostalgia al comprender que somos esa pieza única, que solo encaja en el corazón del otro y sin ella nunca estaremos completos.

Me miento diciendo que no nos pertenecemos, cuando en realidad sé que somos mitades perdidas de un amor fallido.

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